Antonina, 17 años. Kenia
"Si una chica está bien educada puede tener trabajo y tomar decisiones", opina Antonina. / JAVIER SAURAS
¿Cuál es su objetivo? "El cuatro, porque trata sobre tener las mismas oportunidades. La educación es uno de los pilares más importantes de la vida de las personas y para salir de la pobreza", responde la joven. "Si una niña está formada como yo, puede tener un trabajo, hablar con otros, tomar decisiones", abunda. Gracias a las oportunidades para formarse, Antonina siente que está creciendo y llegando lejos como mujer. "Pero es injusto que otras niñas sufran y creo que debo hacer algo al respecto", asegura. Por eso, planea estudiar derecho y ser una activista defensora de los derechos humanos. "La ONG Plan me ha ayudado a alzar mi voz, y en el futuro me gustaría hacer lo mismo por otros", añade. Eso, además de aviadora. "Me gusta la naturaleza y viajar".
Luiza, 17 años. Brasil
Para Luiza, brasileña de 17 años, el machismo no tiene sentido. Su objetivo es combatirlo. / JAVIER SAURAS
Parece mayor de lo que dice su documentación. No solo por su aspecto físico, sino por su elaborado discurso sobre por qué la educación (especialización), la salud y la protección son los tres derechos que, junto con Irlane y otras chicas brasileñas, decidió defender ante los jefes de Estado citados en Nueva York para aprobar los Objetivos de Desarrollo Sostenible a finales de septiembre. "Voy a hablar mucho", avisa. "La educación es importante porque no podemos desarrollar el país sin ella. Ahora vivimos en una continua batalla para pagar las facturas a final de mes, pero yo no quiero que mi vida sea así. Ni la de nadie. Necesitamos que la educación se mueva donde nosotras estamos. Las que vivimos en zonas rurales, tenemos que marcharnos a las ciudades para poder seguir estudiando. Muchas no pueden abordarlo y acaban viviendo en casas de familiares que no pagan con dinero, sino trabajando para ellos. Esto no les ocurre a los chicos". Luiza apenas toma aire y continúa. "Lo segundo es la salud. Las mujeres en Brasil no tienen acceso a un ginecólogo y precisamente uno de los problemas que tenemos que atajar en el país es el embarazo adolescente. En mi país se hacen bromas con el sexo. Por eso, cuando las chicas tienen alguna duda o situación difícil, no se atreven ni hablar sobre ello con el doctor, porque creen que se burlará. Sienten vergüenza". Cierra otro capítulo y continúa: "Protección". Esboza un gesto de enojo. "La Policía tiene que mejorar el servicio de atención a las mujeres víctimas de violencia. No puede ser que todavía les pregunten: '¿Qué hiciste para ser maltratada?". Luiza se sincera y reconoce que en su familia hubo un caso de abusos sexuales. "Mi prima tenía nueve y mi tío 40 años. Cuando fuimos a juicio le creyeron a él. Es difícil para una chica pasar por eso. Ella sufre violencia y es a quien la gente juzga como si fuera la culpable", relata. "Sí, me enfadé. Esto debe cambiar. Yo lo quiero cambiar. El machismo no tiene sentido", termina.
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